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EU extiende la vacunación a la frontera con México: atiende a migrantes que van a la cosecha

05/04/2021 - 4:15 pm

California fue el primer estado que autorizó la vacunación de trabajadores agrícolas en Estados Unidos y luego lo imitaron otros estados, incluidos Washington, Michigan y Georgia. Arizona, otro estado fronterizo con México, no los declaró prioritarios, pero algunas empresas los están vacunando por su cuenta.

Por Olga R. Rodríguez y Daisy Nguyen

SAN FRANCISCO (AP) — La batalla por contener la devastación causada por el coronavirus en el centro de California llega a la frontera con México, donde a los trabajadores migrantes que se dirigen al norte para las cosechas de lechuga, brócoli, zanahorias y otros cultivos se les ofrece la vacuna contra el COVID-19 apenas ingresan a Estados Unidos.

California está vacunando a los trabajadores agrícolas buscándolos donde viven y donde trabajan, protegiendo a una población golpeada en forma desproporcionada por el virus. Activistas dicen que la campaña fue lenta al comienzo, pero tomó impulso en las últimas semanas, a medida que aumenta la cantidad de vacunas disponibles y surgen clínicas ambulantes que van a las granjas y las plantas de procesamiento de alimentos.

Los trabajadores agrícolas son especialmente vulnerables porque viven amontonados en dormitorios y comen también juntos. Con frecuencia van a los campos en camionetas o autobuses atestados o trabajan en plantas de procesamiento también en estrecho contacto.

En un reciente evento en la sede del sindicato United Farm Workers (Trabajadores del Campo Unidos) en Delano se armó una gran parranda con DJs y comida gratis que atrajo a un millar de personas en el Central Valley.

En la ciudad fronteriza de Calexico, a la que se permite el ingreso solo de trabajadores considerados esenciales desde marzo del año pasado, voluntarios de Salud Sin Fronteras inoculan a los trabajadores agrícolas que llegan desde México.

El trabajador agrícola Francisco Quintana se apunta para recibir la vacuna anti-COVID-19. Foto: Jeff Chiu, AP.

Más al norte, Ernestina Solorio, de 50 años y quien trabaja en la recolección de fresas en Watsonville, fue la primera en vacunarse en un centro instalado en el patio de una casa. Madre soltera con cuatro hijos, Solorio dijo que vivía con el constante temor de contagiarse y que estuvo semanas llamando a las clínicas para ver si podía vacunarse.

“Pensaba qué les pasaría a mis hijos si yo me enfermaba. ¿Quién les cocinaría? ¿Quién se ocuparía de ellos?”, declaró la mujer.

Investigadores de la Universidad de Purdue calculan que unos 9.000 trabajadores agrícolas fallecieron por el COVID-19 en Estados Unidos y casi medio millón se contagiaron del virus.

California fue el primer estado que autorizó la vacunación de trabajadores agrícolas en Estados Unidos y luego lo imitaron otros estados, incluidos Washington, Michigan y Georgia. Arizona, otro estado fronterizo con México, no los declaró prioritarios, pero algunas empresas los están vacunando por su cuenta. En la Florida, el principal productor de cítricos del país, activistas dicen que han tratado sin éxito de hacer que se elimine el requisito de residencia para la vacunación y de que se declare a los trabajadores del campo personal esencial.

California es el principal productor de frutas y vegetales de Estados Unidos y ese sector emplea unos 800 mil trabajadores agrícolas. Algunos llegan con visas H2A y tienen sus papeles en orden, pero muchos están en el país sin permiso.

No está claro cuántos trabajadores agrícolas han sido vacunados hasta ahora porque las autoridades no toman nota de la ocupación de las personas que inocula. El Departamento de Salud de California dice que tiene una veintena de centros de vacunación ambulantes. Tres de cada cuatro se encuentran en el fértil Central Valley.

“Hay mucho optimismo y esperanza ahora porque los trabajadores agrícolas sienten que se les ha dado prioridad y esta vacuna les permite mucha flexibilidad”, manifestó Diana Tellefson Torres, directora ejecutiva de la Fundación United Farm Workers, aludiendo a la vacuna Johnson & Johnson.

En el condado de Riverside, casi 15 mil trabajadores agrícolas fueron vacunados desde enero, en que pasó a ser el primer condado que expandió sus criterios para vacunas. Funcionarios del condado dicen que planean seguir despachando unidades ambulantes a las granjas a medida que llegan más migrantes para participar en las cosechas de espárragos, aguacates y cítricos, según la portavoz Brooke Federico.

Los trabajadores migrantes generalmente recogen y procesan cultivos de invierno en el sur de California y luego se van al Central Valley y al norte para las cosechas de verano. Algunos se resisten a ser vacunados porque temen no poder presentarse para la segunda vacuna porque se han desplazado a otra región, de acuerdo con activistas.

“Tratamos de explicarles que si se van a otro sitio, no los estaremos rastreando. Pero pueden ir a cualquier clínica, que los van a vacunar si les habían dado una fecha para la segunda dosis”, expresó Luis Olmedo, director ejecutivo del Comité Cívico del Valle, una organización de base de Calexico.

Los migrantes sin permiso de residencia a veces tienen miedo de apuntase para ser vacunados o presentarse a los centros de vacunación que requieren inscripción por la internet. Muchos no tienen acceso a la internet o no saben cómo manejarla, de acuerdo con Hernán Hernández, director ejecutivo de la California Farmworker Foundation (Fundación de Trabajadores Agrícolas de California).

“Hace falta una organización de la comunidad que les inspire confianza porque va a haber mucha desconfianza y mucha gente no va a querer compartir información con el gobierno”, señaló.

Los activistas combaten también la desinformación en torno a la vacuna, desmintiendo que cambie las hormonas masculinas o que sea peor que la enfermedad.

En un estudio de la Fundación de Trabajadores Agrícolas Unidos a nivel nacional, en el que participaron 10 mil trabajadores, el 73 por ciento dijo que se vacunaría en cuanto fuese posible y solo un 5 por ciento dijo que no lo haría.

Rafael Cervantes, de 54 años, mecánico de la granja Black Dog Farms de Holtville, recibió la primera dosis de la vacuna de Moderna el 5 de marzo, tras apuntarse en una clínica.

Cervantes, quien tiene tres hijos, dice que conoce gente que falleció tras infectarse con el COVID-19 y tiene familiares que se contagiaron, incluidas sus dos hijas, una hermana y su cuñado, quien todavía necesita oxígeno y una enfermera a su lado.

Afirma que comprende por qué las autoridades decidieron vacunar primero a las personas mayores de 65 años, que son más vulnerables.

“Lo importante es que ahora tenemos acceso a las vacunas”, manifestó. “Quería vacunarme porque quiero seguir manteniendo a mi familia y porque no quería enfermarme. Me gusta esta vida”.

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